21 de octubre de 2011

OCTUBRE MISIONERO


Octubre Misionero es el mes en el que celebramos la pasión por la evangelización y el apoyo a la actividad misionera a través de la oración y la aportación económica a otras comunidades más pobres. Si queremos conseguir una verdadera igualdad, habrá que paliar en parte, estas diferencias tan tremendas en cuanto a recursos y nivel económico se refiere. La solidaridad y el compromiso es una de las vías para colaborar con esta causa.

El "Domund" nació bajo el signo de estos caracteres distintivos:

- Claro universalismo misionero. Es importante colaborar entre todos para formar un mundo más igualitario. Todos juntos llegamos más lejos. Hay una necesidad patente en la pobreza mundial. Si somos parte activa podremos ir cambiando las situaciones más cercanas y las que no lo son tanto.

- Concienciar del deber misionero. Debemos tomar conciencia de los problemas, del dolor y la miseria, descuidando otros más graves y urgentes que existen en todo el mundo valorando las personas que realizan su labor misionera.

- Colaboración intensa espiritual. Aportar dinero, indudablemente ayuda, pero el valor de la implicación y la generosidad, la empatía con otras situaciones ajenas a las nuestras… hacen que nosotros mismos crezcamos como personas además de expresar nuestro apoyo.

- Ayuda generosa material. Las ayudas prestadas por todos nosotros contribuirán a mejorar distintos aspectos de las personas que más lo necesiten.

¡Anímate y colabora!

1 de octubre de 2011

ANTE EL NUEVO CURSO…


Una vez más estrenamos curso. Se nos mezclan muchos sentimientos en este momento: deseos de mejorar y hacer bien las cosas, temores ante la novedad, sueños, ilusiones… Ante nosotros se abre un abanico de posibilidades, como una tela en blanco sobre la que podemos pintar hermosos colores. Es necesario que cada día podamos ir dando pinceladas de amor, de trabajo, de amistad,… hasta formar un nuevo mundo.

Toño, el sacerdote que impartió la eucaristía, resaltó la importancia de compartir nuestra riqueza interior, nuestras cualidades, que, en definitiva, son regalos de Dios y hemos de ponerlos al servicio de los demás.