no sólo viene determinada por el sexo; tradicionalmente, también lo ha estado por
el proceso de socialización y por la educación.
La familia es el primer agente socializador del niño y la niña y, al mismo tiempo donde más se puede fomentar y consolidar los roles o estereotipos tradicionales del hombre y la mujer. No obstante, puede ser también uno de los principales entornos donde educar en igualdad a los hijos e hijas. Varias esferas de la vida familiar determinarán la forma de comportarse nuestros hijos e hijas en un futuro. Por ello, hay que tener presentes situaciones como las que se enumeran a continuación:
•Los modelos familiares. El dicho ‘predicar con el ejemplo’ suele ser muy adecuado
•Valorar la diferencia como personas y no como sexos.
•La expresión de los sentimientos. La capacidad de ser más o menos expresivo con los sentimientos es una cuestión puramente personal, interna de cada uno y nada tiene que ver que se trate de un niño/hombre o una niña/mujer.
•La elección de las actividades extraescolares. Los familiares deben fomentar la práctica de actividades alternativas sin hacer diferenciaciones en cuanto al sexo.
•El lenguaje. Los familiares deben evitar la utilización de palabras, dichos populares o comentarios sexistas. Es una muestra de sensibilidad hacia el tema que nos ocupa y un modelo de trato igualitario.
•Los medios de comunicación. Es aconsejable formar espíritus críticos.
Los modelos de referencia más próximos para los menores van a ser determinantes en el aprendizaje de valores y actitudes. No hay que olvidar que durante los primeros años las niñas y niños se rigen por la imitación de sus adultos. De ellos depende, en buena medida, que esos comportamientos e ideas se construyan sobre una base de igualdad.
Pequeñas claves:
•Los juguetes no tienen una etiqueta de género. Hay que darle al niño y a la niña lo que le guste, no lo que socialmente le corresponde.
•Hay que hablar con los niños/as sobre la importancia de respetar al otro.
•Los modelos familiares. El dicho ‘predicar con el ejemplo’ suele ser muy adecuado
•Valorar la diferencia como personas y no como sexos.
•La expresión de los sentimientos. La capacidad de ser más o menos expresivo con los sentimientos es una cuestión puramente personal, interna de cada uno y nada tiene que ver que se trate de un niño/hombre o una niña/mujer.
•La elección de las actividades extraescolares. Los familiares deben fomentar la práctica de actividades alternativas sin hacer diferenciaciones en cuanto al sexo.
•El lenguaje. Los familiares deben evitar la utilización de palabras, dichos populares o comentarios sexistas. Es una muestra de sensibilidad hacia el tema que nos ocupa y un modelo de trato igualitario.
•Los medios de comunicación. Es aconsejable formar espíritus críticos.
Los modelos de referencia más próximos para los menores van a ser determinantes en el aprendizaje de valores y actitudes. No hay que olvidar que durante los primeros años las niñas y niños se rigen por la imitación de sus adultos. De ellos depende, en buena medida, que esos comportamientos e ideas se construyan sobre una base de igualdad.
Pequeñas claves:
•Los juguetes no tienen una etiqueta de género. Hay que darle al niño y a la niña lo que le guste, no lo que socialmente le corresponde.
•Hay que hablar con los niños/as sobre la importancia de respetar al otro.
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